Desde el 13 de marzo se han sucedido los días como si fueran planos, pero no lo eran. Todos los días pasan, dice un verso de Brines, y yo los reconozco. Pasados los primeros 15 días, y dada la gravedad de los acontecimientos, comprendimos que tardaríamos en volver al Instituto, que tocaba estudiar en casa y que a partir de ahora sustituíamos la pizarra, la tiza…por el ordenador. Nuestras habitaciones se convirtieron en nuestra estancia. Más que nunca hemos sido conscientes de la realidad de nuestra casa.
Cuando os mandé una foto del Instituto cerrado, todos coincidíais en la nostalgia de las risas, las voces, el bullicio de la cantina a las 11, el patio en las guardias. A todos os dio tristeza la foto que tomé en el primer paseo.
El Instituto se cerró y con él esa vida que empieza a las 8.15 y que, a toque de campana, nos conduce en un subir y bajar escaleras a aulas de conocimiento. Nos habíamos acostumbrado a un ruido constante de conversaciones, de risas, de gritos, de pisadas, de papeles, de mochilas.
Todo ese ruido no entró en nuestra habitación. No hemos podido salir en dos meses. ¡Quién os lo iba a decir a vosotros que estáis deseando que toque el timbre para salir!.
Pero el virus nos confinó en nuestra casa y hubo días que nos enmudeció por el dolor de los que enfermaban y de los que morían. También esos días nos asomamos a nuestras ventanas a las 8 para junto con los vecinos, a quienes a veces ni vemos, aplaudir solidariamente a quienes en esos momentos estaban trabajando. Mucho hemos aprendido, a veces con los silencios y con las miradas. De pronto cesaron las prisas y la calma se fue adueñando de nosotros.
He pensado mucho en vosotros, en lo que dejasteis en el Instituto: amigos, novios, posibles nuevos amigos, personas con las que estabais a punto de reconciliaros, alguien a quien dar las gracias, alguien a quien pedir perdón, un cumpleaños que celebrar, una fiesta a la que dejasteis de ir, viajes que estaban preparados. También contenidos por aprender, actividades preparadas, bailes para el Día del Libro, nuestra obra Pescadores de refranes. Mucha vida académica y humana, que es la misma.
Y por supuesto, la graduación de 4º de ESO y de 2º de Bachillerato. Dos días de FIESTA GRANDE. La Graduación de 4º de ESO porque termina un Ciclo, algunos compañeros se separan en función de la opción que elijan; otros se marchan. Es una celebración entrañable. Nuestro Salón de Actos se llena con las familias de estos alumnos y en una ceremonia sencilla y calurosa los despedimos para una nueva etapa.
A vosotros, queridísimos guerreros, inquietos, vivaces alumnos de cuarto, os digo: tenéis nuestro reconocimiento y nuestra felicitación por haber llegado hasta aquí. Sabed que lo que hemos vivido nos ha hecho más conscientes de lo que tiene importancia en nuestra vida : la familia, la amistad, la solidaridad, el trabajo responsable, el respeto entre todos, una buena sanidad, una educación para todos.
A los alumnos de 2º de Bachillerato, muy queridos por todos, puesto que los recibimos en 1º de ESO a una gran parte de ellos y los hemos visto crecer en todos los sentidos, a ellos, digo, nuestro abrazo emocionado y nuestra felicitación por su esfuerzo, su tesón y su ilusión, en estas circunstancias tan duras.
Ojalá lo vivido os sirva para seguir en vuestros estudios con el ánimo de construir un mundo mejor, más humano, buscando las cosas verdaderamente importantes y combatiendo las desigualdades sociales. Salid del Instituto con la seguridad de haber aprendido lo necesario para seguir avanzando en el conocimiento y en el crecimiento de uno mismo como persona.
Ah, y volved siempre que queráis o que lo necesitéis, porque para vosotros el Tomás Navarro Tomás será siempre vuestra casa.
Cristina Alonso Maeso